“Pienso que si yo me empodero, puedo ser lo que yo quiera”
A pesar de su condición física, ha roto todas las barreras
Tener una discapacidad física nunca ha sido un obstáculo para Evangelina Abreu de la Cruz, quien a pesar de haber nacido sin algunas de sus extremidades ha salido adelante en contra de la marea y la corriente, y desafiando todas las adversidades.
Hablar de su historia de vida más que entristecerla, la hace sentir orgullosa, pues entiende que todo lo que ha logrado con sumo sacrificio y con espíritu resiliente, sirve de inspiración y ejemplo para aquellas personas que día a día luchan por sus sueños o para las que piensan renunciar a ellos por las dificultades que se presentan en el camino.
Tiene 30 años, y vive en una humilde casa en la comunidad de San José, del municipio de Salcedo, provincia Hermanas Mirabal. Es psicóloga clínica, egresada de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA), con sede en Santiago, y actualmente está en la fase final de una maestría en Terapia Familiar que cursa en su alma mater. Desde su nacimiento, ha vivido con una condición física (sin una mano y sin pies) que no le ha impedido estudiar, superarse y trabajar, aunque sea de manera informal.
Desde la comodidad de su hogar y en el patio donde cada día riega sus plantas, Evangelina compartió su historia de crecimiento con elCaribe, a propósito de que el pasado lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el presidente Luis Abinader y el Ministerio de la Mujer, la reconocieron con la Medalla al Mérito de la Mujer, en el renglón Inclusión e Igualdad.
Tiene once hermanos. Ocho de parte de su madre y tres de padre, de los cuales sólo ella cuenta con una carrera universitaria. Nació en el municipio de Tenares, provincia Hermanas Mirabal, donde vivió en sus primeros años de infancia con su madre. Años más tarde, se mudó con su padre al sector Blanco al Medio, de la misma demarcación, donde comenzó el cuarto de primaria, con la oposición de su progenitor.
Con una sonrisa en su rostro, Evangelina comparte que la parte más difícil de su vida, en lo que respecta a su superación personal, fue cuando llegó a la comunidad de Blanco al Medio pues, según cuenta, allí no había otra forma de llegar a la escuela que no fuera cruzando un pequeño río. Había una persona que se encargaba de ayudarla, pero no siempre fue así.
Las anécdotas pasando el río para ir a la escuela son muchas, pero hay una que la marcó. “Un día salí para la escuela y al pisar una piedra, esta resbaló y me caí con todo. Quizás no me lo crean, pero yo volví a la casa, me quité la ropa y volví a la escuela”, narra.
Terminar sus estudios medios no fue fácil y para poder concluirlos, Evangelina se fue a vivir con una amiga de la familia que residía después del río. Para entonces, tuvo que empezar a trabajar. Vendía productos por catálogo y hacía pedicura a las mujeres de la zona para poder pagar el transporte para ir al liceo y comprar algunas de las cosas que necesitaba. “Con eso me defendía. No es que dejara gran cosa, pero para estar haciendo nada, pues lo hacía ”, dice.
Nunca desistió
Rendirse nunca fue una opción para Evangelina y aunque su deseo de avanzar era grande, no podía sola, puesto que no sólo tenía una limitación física, también estaba la económica.
Relata que antes de finalizar el bachillerato, un señor se le acercó a su vivienda y este le preguntó si quería estudiar a nivel superior. “Yo le dije que sí. Luego me tomó una foto y empezó a solicitar ayudas en diferentes lugares y ahí fue cuando alguien vio la foto y le dijeron que iban a ayudarme (...) Mi vida es como un rompecabezas, donde uno pone una pieza y yo pongo otra”, apunta.
Al terminar sus estudios básicos, la Cooperativa La Unión, de Salcedo, se ofreció a pagarle la universidad, mientras que una empresa le prestó un autobús para recogerla durante los cuatro años de la carrera. Optó por estudiar Psicología, pero desde la adolescencia su sueño era estudiar Derecho, pero indica que al saber que en esa profesión tendría que defender a “los que hacían lo mal hecho”, lo descartó. Afirma que al conocer el mundo de la Psicología, se dio cuenta que ese era su lugar porque entendió que a través de ese ejercicio podía hacer un gran trabajo con las personas. “No solo por mi condición, sino porque para eso yo me capacité”, aclara. “En mi adolescencia yo quería ser abogada, porque yo pude serlo, porque siempre pienso que si me empodero, puedo ser lo que yo quiera, siempre y cuando esté bien, pero me di cuenta que no era lo mío”, señala.
Aunque reconoce que la vida le ha permitido alcanzar todo lo que ha deseado, su mayor anhelo es tener un empleo digno, pues considera que luego de haber estudiado tanto y haber roto todas las barreras, es merecedora de un trabajo con el que pueda ganarse su sustento.
El 8 de marzo de 2021 será una fecha que Evangelina recordará toda su vida. Primero, dice, por haber sido reconocida y segundo, porque le prometieron la construcción de su casa, ya que donde reside no es propia.